La psique es compleja. Comprender como funciona nuestro cerebro no es nada fácil. Entender como la mente se maneja, tampoco. Los procesos mentales para manejar la información, procesarla y asimilarla, surgen de forma natural sin que, aparentemente, podamos hacer nada al respecto. La mente vuela libre y campa a sus anchas dejándonos a su merced.
Esta parte tan importante de los seres vivos en general y humanos en particular, acapara la atención de todos los investigadores y médicos que se ocupan de mantenerla en buen estado. Gozar de un buen estado de salud mental, es tan importante o más que tener buena salud física. Si la mente se deteriora, el resto del organismo se deteriora con ella.
Sin embargo no deja de ser contradictorio o paradójico el hecho de su fortaleza. Tan inquebrantable cuando está dañada, de tal manera que es muy difícil arreglar lo quebrado, como frágil frente a ciertas situaciones, en las cuales se desquebraja con extrema facilidad. Cuando estamos ante estas situaciones, es posible que se produzca un trauma. Traumas tenemos todos, en mayor o menor medida. Pero cuando hablamos de un trauma fuerte y profundo que no te permite avanzar o llevar una vida plena, debemos poner remedio y buscar soluciones para superarlo. Acudir a especialistas en terapias que aborden los traumas de manera productiva y eficaz como el EMDR, puede ser una de las mejores formas de atajar el problema. Centros especializados en psicología como pSi Psicología avalan la terapia EMDR como una de las mejores y más eficaces para superar los traumas.
Hablar de trauma no es algo que debamos hacer a la ligera como hacemos. La palabra, derivada del griego significa herida y se entiende que se trata de una herida duradera provocada por diversas situaciones. Existen diversos tipos de traumas, todos ellos con un aspecto en común: algunos recuerdos que nos acompañan de manera constante y persistente condicionando el momento presente de manera disruptiva. Es posible que la experiencia traumática ocurrida en el pasado, haya quedado congelada en la memoria. En estos casos, la terapia con EMDR puede ser la solución.
Terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares
Si bien es cierto que el nombrecito se las trae y mucho más sencillo utilizar sus siglas en inglés, como venimos haciendo, la terapia EMDR es uno de los métodos de psicoterapia que mayor efectividad han demostrado en las numerosas investigaciones realizadas sobre ella. Ha quedado patente que ayuda a las personas a recuperarse de los traumas y experiencias vitales angustiosas que se vinculan y asocian a los problemas de salud mental como es el caso del estrés postraumático, la ansiedad, depresión y otras tantas patologías.
Hace poco más de una década que la OMS, recomienda las terapias basadas en EMDR, como uno de los tratamientos más eficaces contra los trastornos relacionados con el trauma. Este tipo de terapia orientada al trauma es de las más efectivas frente a las patologías postraumáticas. Razón por la que la Sociedad Internacional de Estudios de Estrés Traumático (ISTSS) la considera como uno de los tratamientos de elección para el Trastorno de Estrés Postraumático.
Tanto EMDR como las terapias cognitivo conductuales, han demostrado poseer ciertos niveles de evidencia para tratar los recuerdos considerados como traumáticos. A diferencia de las cognitivo conductuales, la terapia EMDR no necesita que el paciente hable con detalle del problema o lleve a cabo tareas entre las diferentes sesiones. Sin embargo una terapia de exposición, del tipo conductual, pretende que la persona esté en contacto con las mismas emociones que provocan el recuerdo sin evitarlo hasta que de manera progresiva se produce un proceso de habituación que reduce el malestar que el mismo genera. En el caso de la terapia EMDR, la persona realizara ese contacto con el recuerdo de manera muy breve para dar paso a un proceso asociativo con otros recuerdos, sensaciones o pensamientos más positivos. Esto se traduce en una disminución del malestar, denominado como desensibilización que pone en marcha otras asociaciones, lo que se denomina reprocesamiento. Lo que viene ser reprogramar el cerebro como si de un disco duro se tratara.
Ambas terapias, la cognitivo conductual y la EMDR, son efectivas pero funcionan a través de mecanismos diferentes. En las primeras, se trabaja sobre las creencias que posee el paciente sobre el hecho en cuestión para que cambie su perspectiva a una más saludable. La segunda, aunque recoge las creencias del sujeto, no trabaja de manera específica sobre ellas, se modifican a consecuencia del procesamiento realizado sobre el recuerdo.
Para trabajar con EMDR es importante tratar, no solo la memoria específica que se encuentra bloqueada, sino las conexiones existentes entre la experiencia y otras situaciones previas que pueden compartir pensamientos o sensaciones. Un terapeuta que utilice EMDR trabajará con su paciente para comprender las raíces que tienen las experiencias que le han generado el trauma y así, elaborar un plan de trabajo que permita eliminar la influencia del trauma en la actualidad.
La base del modelo EMDR, se denomina como Modelo de Procesamiento Adaptativo de Información (PAI) y se basa en que el sistema nervioso dispone de mecanismos para procesar e integrar en nuestra mente todo lo que nos sucede, incluyendo experiencias difíciles o estresantes. En las ocasiones en las que las experiencias son más complejas o intensas, el sistema se bloquea dejando el recuerdo almacenado sin elaborar ni procesar, suscitando las mismas percepciones, pensamientos, emociones y sensaciones de la primera vez. Este tipo de recuerdos que no son procesaros, no constituyen ninguna fuente de aprendizaje por lo que pueden generar problemas y síntomas en el presente, cuando sucede algo que se conecta con las experiencias pasadas.
La terapia EMDR ha definido una serie de procedimientos que hacen posible acceder a esos recuerdos y desbloquearlos, dejando que se integren en el sistema nervioso. Dentro de dichos procedimientos, se emplea el movimiento ocular u otras formas de estimulación bilateral del cerebro sean táctiles o auditivas. Cabe señalar que aun siendo el movimiento ocular lo que da nombre a la terapia, hay que tener en cuenta que dicho elemento por sí mismo no constituye un abordaje terapéutico siendo totalmente desaconsejado utilizarlo de forma aislada.
El cerebro y el EMDR
El cerebro humano tiene una capacidad natural de recuperarse de los recuerdos y situaciones que suponen un trauma. Este proceso implica que exista una conexión entre la amígdala (el núcleo del cerebro que actúa como señal de alarma cuando se produce un evento o situación estresante), el hipocampo (área que ayuda y posibilita el aprendizaje, incluidos los recuerdos de seguridad y peligro) y la corteza prefrontral (que analiza y controla el comportamiento y las emociones). Dicha conexión debe permitir una buena comunicación entre las partes, por lo que en la mayoría de las ocasiones, las experiencias traumáticas se gestionan y resuelven de forma espontánea. Sin embargo, en otras muchas ocasiones, no es posible que se procese de forma natural y se hace necesaria la ayuda.
La respuesta al estrés es parte del instinto natural de lucho, huida o congelación. Este tipo de respuestas se activa en el momento que no encontramos con algo que consideramos amenazador y se desactivan cuando sentimos que el peligro ha desaparecido. Cuando sucede algo que supera la propia capacidad del cerebro para ser procesado, las respuestas siguen activas y las imágenes, pensamientos y emociones inquietantes y perturbadoras generan una sensación arrolladora que te devuelve al momento o te hace sentir que el tiempo se ha parado justo en ese momento que no somos capaces de superar.
Con ayuda de una terapia EMDR, el cerebro puede procesar los recuerdos de tal manera que hace posible que se reanude el proceso de sanación natural que fue interrumpido. La experiencia permanece en el recuerdo pero no la respuesta de lucha, huida o congelación asociada al hecho.
Ha quedado ampliamente demostrado que la terapia EMDR ayuda a niños y adultos de todas las edades abordando problemas como los trastornos de estrés postraumático, la ansiedad y los ataques de pánico y fobias, enfermedades crónicas y problemas médicos, depresión, trastornos bipolares y psicóticos, duelo, trastornos de personalidad o del sueño, etc. En todos estos problemas y muchos más, existe investigación suficiente para demostrar que tiene efectos favorables.
El enfoque del EMDR, no se centra en el diagnóstico sino en la base de cada trastorno que está influenciada por el ambiente en el que la persona se ha desarrollado y relacionado. Aunque algunas patologías mentales tienen como base importantes componentes genéticos, socioculturales o tóxicos, el EMDR trabaja sobre las circunstancias vitales no procesadas que contribuyen negativamente a fomentar los problemas actuales.
Como se trata de una intervención de salud mental, solo debe ser ofrecida y practicada por y con profesionales que se encuentren adecuadamente capacitados y posean la acreditación correspondiente. La Asociación EMDR España, no aprueba ni apoya que se haga un uso indiscriminado de esta terapia ni de sus elementos de forma aislada, como terapia virtual o “hágalo usted mismo”. Desde la Asociación advierten que aun pareciendo inofensivos, los ejercicios realizados de forma no guiada pueden resultar contraproducentes. Por lo tanto si tienes la necesidad de realizar este tipo de terapia, busca siempre la ayuda de un profesional cualificado.