El alcoholismo en mujeres, la adicción escondida.

Mujer hundida en el alcohol

Las mujeres que tienen adicción al alcohol sufren un mayor rechazo social que los hombres y encuentran más dificultades para hallar apoyo si deciden salir de él.

El alcoholismo es un problema en una sociedad como la nuestra, donde el consumo de alcohol está socialmente admitido y donde las bebidas alcohólicas son de fácil acceso. Socialmente, esta adicción no afecta igual a hombres que a mujeres.

Mientras un hombre bebido, hasta cierto punto, nos resulta gracioso, una mujer que ha bebido más de la cuenta nos parece algo patético, y para algunos varones es una presa fácil de la que aprovecharse.

Cuando el consumo de alcohol se convierte en un problema serio, al hombre lo vemos como a un enfermo que necesita ayuda, mientras a la mujer se le trata como a una perdida. Así de hipócrita es la sociedad en este tema. Un asunto que hace que muchas mujeres que tienen problemas con el alcohol lo oculten y lo vivan en secreto, aun a estas alturas. Algo que hace todavía más difícil la solución.

Sonia es madre soltera y tiene problemas con el alcohol, aunque no lo reconoce. Aparentemente, no es una mujer desdichada. Goza de una cierta estabilidad económica. Es profesora funcionaria de secundaria.

Creció en un ambiente donde el alcohol estaba presente. Su padre era un gran bebedor. De niña presenció malos tratos físicos a su madre y una humillación psicológica constante, que alguna vez le salpicó. La relación con su padre fluctuaba entre el amor y el odio. A pesar de ello, siguió el camino de su progenitor.

Sonia bebe todos los días al salir del instituto. Tiene que beber una cantidad determinada de alcohol para estar tranquila. Sin embargo, nunca lo hace ni cerca de casa, ni cerca de su lugar de trabajo. Odia las murmuraciones de los vecinos y de la gente conocida. Ha encontrado un par de bares a mitad de camino, donde se refugia cada tarde.

El alcohol entraña más riesgos para las mujeres que para los hombres.

Así lo señala la página web de National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, una institución pública de Estados Unidos. Indica que esto sucede por dos razones, la primera porque las mujeres suelen ser menos corpulentas que los hombres y la segunda porque tienen menos agua en el cuerpo. Esto hace que el consumo de alcohol sea más dañino para el organismo.

Así, por ejemplo, si un hombre y una mujer con el mismo peso y una complexión corporal similar consumen la misma cantidad de alcohol, la mujer presentará un índice de alcohol en sangre mayor que el hombre.

Es, por tanto, un problema anatómico. El cuerpo del hombre presenta mayor tolerancia respecto al alcohol: No es que sea mejor, ni más fuerte. El cuerpo de la mujer tiene otras características, por ejemplo, tiene una mayor resistencia física, algo que está relacionado con la facultad del parto.

Varios estudios indican que las mujeres son más susceptibles a las enfermedades cardiacas relacionadas con el alcohol que los hombres. Incluso, aunque hayan consumido menos alcohol a lo largo de toda su vida.

El alcohol produce un daño cerebral más rápido en mujeres que en hombres. En adolescentes que consumen una gran cantidad de alcohol cuando salen de fiesta los fines de semana, las chicas tienen más facilidad para no recordar lo que les había pasado cuando estaban bebidas que los chicos. Esto se debe a que el alcohol actúa antes sobre el hipocampo, produciendo una desconexión en la memoria, que les hace olvidar lo sucedido. En los hombres esto también pasa, pero necesitan una mayor ingesta de alcohol para que este mecanismo se dispare.

Patrones de conducta.

Cuando el consumo masivo de alcohol se vuelve habitual, esto crea una serie de patrones de conducta en las mujeres característicos. Estas son algunas de las manifestaciones más habituales:

  • Irritabilidad y cambios de humor. Es frecuente que la mujer bebedora pase por cambios repentinos de estado de ánimo que les lleve de la irritabilidad y el enojo a la tristeza más absoluta, sin que medie una razón aparente.
  • Sentimiento de culpa. Para ellas resulta difícil abandonar los compromisos personales, laborales y familiares. Pero cuando esto ocurre a consecuencia del alcohol, les provoca un profundo sentimiento de culpa debido a la presión social que soportan por el hecho de ser mujeres.
  • El alcohol como refugio de las emociones. Aunque este patrón se da en algunos hombres, es más frecuente en las mujeres. La mujer que bebe habitualmente recurre al alcohol para enfrentar situaciones de estrés, de ansiedad o contradicciones en la vida. Mientras el hombre lo hace por diversión y por relación social.
  • Negación de la dependencia. La mujer que presenta algún grado de alcoholismo suele negar su dependencia respecto al alcohol, incluso cuando hay signos evidentes que lo manifiestan.
  • Aislamiento social. A medida que la dependencia del alcohol aumenta, la mujer tiende a aislarse de sus amigos y familiares, y a evitar los eventos sociales.
  • Beber en secreto. Este es otro de sus comportamientos habituales. Este secretismo le lleva a beber a escondidas en casa o adoptar comportamientos clandestinos como moverse por locales y lugares donde no es conocida.
  • Tolerancia al alcohol. Las mujeres bebedoras, igual que los hombres, desarrollan una tolerancia al alcohol que les lleva a beber cada vez más para alcanzar el punto de embriaguez que buscan. Cuando dejan de beber un día o dos, experimentan síntomas de abstinencia.

El estigma social.

Nieves López Álvarez, alcohólica rehabilitada y responsable del área de la mujer de la Asociación de Alcohólicos de Alcobendas, comenta al periódico El Español que cuando se ve a una señora bebiendo sola en un bar, la clientela del establecimiento y las personas que pasan por ahí pueden pensar de ella cualquier cosa, y ninguna buena. “Que es una fresca, una jeta o que a ver dónde ha dejado a los niños.”

Este, desde luego, no es el tratamiento que se les da a los hombres. Donde acudir a un bar a beber continúa siendo una de las principales actividades de ocio y de relación social para la población masculina.

Sobre las mujeres recaen una serie de responsabilidades sociales y roles, como el cuidado de los niños o el mantenimiento del hogar, de las que no pueden desprenderse bajo ningún concepto. Algo que sí se les tolera a los hombres, con los que se puede llegar a entender que sean un poco más laxos en sus responsabilidades familiares y profesionales si pasan por una mala racha.

En casos evidentes de problemas con el alcohol, al hombre se le ve como una víctima que necesita ayuda y, por tanto, recibe ofrecimientos. Algo que puede aceptar o no. En las mujeres esta puerta suele estar cerrada. A veces no encuentran apoyo ni en su familia más cercana. La cual la ve como una irresponsable que ha abandonado los compromisos que le corresponden.

Según Nieves López, la mujer alcohólica es víctima de un “castigo social” y de un sentimiento de culpa, derivado de ese aislamiento, que hace que le resulte más difícil tomar la decisión de iniciar un tratamiento para curar su adicción.

La empatía es necesaria para salir del problema.

Como consecuencia de ese rechazo social, la mujer que desea curarse de su adicción al alcohol, necesita ante todo un ambiente amable en el que no se le juzgue. Y donde se le tienda una mano de manera desinteresada. Que crea en su fuerza  de voluntad y en su capacidad para dejar atrás la dependencia, potenciando de esta manera su autoestima. Digamos que es una relación que se retroalimenta. En este caso, en sentido positivo.

Así lo señala Charlotte, una alcohólica británica que superó su alcoholismo gracias a las sesiones de coach impartidas por Remember the now, un gabinete de apoyo contra las adicciones dirigido por Sarah, que aparte de ser coach titulada y traductora jurada de inglés-español, antes fue alcohólica. En este gabinete se aplica la psicología afectiva liminal (A.L.P.) para tratar el alcoholismo.

La psicología afectiva liminal es una corriente dentro de la psicología que se desarrolla a partir de las teorías del antropólogo Arnold Van Gennep y que posteriormente se aplicaron al campo psicológico.

Parte de abordar desde las emociones la fase de transición entre un estado pasado y uno futuro. Se supone que el individuo ha decidido romper con su pasado y ha decidido iniciar una nueva vida. Debe armarse de herramientas para conformar el nuevo “yo”.

Digamos que es como revivir el periodo de la adolescencia. La etapa en la que dejamos de ser niños para transformarnos en adultos. Un periodo complejo, en el que se mezclan sentimientos y donde van cogiendo forma las creencias, concepciones y valores que nos van a acompañar el resto de nuestra vida. Los que nos van a dar nuestra identidad.

Igual que en la adolescencia, un joven rechaza las críticas y los reproches y demanda comprensión para encontrar su camino, una mujer alcohólica evita los juicios morales para dejar atrás su adicción.

La comprensión y la empatía son claves para vencer al alcoholismo.

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