Con la ola polar que acaba de entrar en España, es bueno prepararse para no pillar un buen resfriado que te perjudique para lo que resta de mes.
Una ola polar no es una tontería, y conviene prepararse para ella de la mejor forma posible.
Por qué la regla de las 3 capas me funciona tanto
La idea es simple: cada capa hace un trabajo distinto. Y de verdad, funciona MUY bien. Mi pareja se va a hacer el Camino de Santiago en invierno cada 2×3, y siempre, SIEMPRE, usa la regla de las 3 capas. Por eso la conozco, porque cada vez que se va, se lleva exactamente eso. Y da igual que sea pleno invierno, no se refría y pasa muy poco frío.
¿Cómo funciona la regla de las 3 capas?
La primera capa va pegada al cuerpo, y tiene que ser una prenda ligera y transpirable. Antes usaba camisetas de algodón de toda la vida, y eso es un error. El algodón se empapa y tarda en secar, así que si sudas un poco al caminar rápido, ya te quedas mojado por dentro. Y si te quedas húmedo, no evitarás el frío. Cuando usas una transpirable, se nota el cambio.
La segunda capa es la que abriga. Aquí va el jersey, el forro polar o lo que te guste que sea calentito. Mi pareja suele usar algo que no sea demasiado grueso. Lo importante es que esta capa retenga el calor y que mantenga estable la temperatura del cuerpo. Cuando la escoges bien, el efecto se nota enseguida.
La tercera capa es la barrera exterior, la que corta el viento y, si puede ser, también la lluvia. O sea, IMPERBLEABLE. Si el viento atraviesa la chaqueta, da igual lo que lleves dentro: el aire helado entra igual. No hace falta que sea una prenda técnica de estas que parecen de expedición, basta con que cumpla su función.
Lo mejor de este sistema es que no es rígido, no hace falta ponerse siempre las tres capas. Si hace frío pero no tanto, uso solo dos. Si el día está imposible, uso las tres sin pensarlo. La gracia es que la estructura es sencilla, y así ya no pierdo tiempo dudando qué ponerme.
¿Noté el cambio cuando lo empecé a usar yo?
Fue hace poco, en Ourense, un día muy frío (porque Ourense es MUY frío). Ese día me puse las tres capas como me explicó mi marido, un poco por probar y un poco porque mi esposo llevaba años diciéndome «Hazlo así, ya verás». Y vaya si lo vi.
Iba caminando, hacía viento, pero no me calaba. Y lo más raro fue que no llegué sudada a los sitios. Antes, con un abrigo gordísimo, entraba en un supermercado o en un lugar con calefacción y me cocía viva. Con las tres capas, simplemente me quitaba la última y ya estaba. Me sentía bastante más dueña de mi temperatura, como si el clima me afectara menos.
Beneficios de usar la regla de las 3 capas
El primer beneficio, y quizá el más inmediato, es la tranquilidad. No importa si salgo a la calle y hace un frío que pela, sé que voy a poder caminar, moverme y volver a casa sin pasar un mal rato. Antes siempre estaba pensando si me iba a resfriar o si me arrepentiría de haber salido. Ahora, esa preocupación ya no existe.
Otro beneficio es que ahorras energía física y mental. Antes, cuando iba con ropa mal combinada, me pasaba el día intentando compensar: me cruzaba de brazos, me encogía, me movía sin parar… Ahora, mi cuerpo se mantiene estable y puedo concentrarme en lo que hago, en disfrutar del paseo o del trabajo, sin estar pendiente de “tengo frío aquí, me falta calor allá”.
También noté que reduje resfriados y molestias típicas del invierno. Antes, con cambios bruscos de temperatura, me dolía la garganta, me salía moqueo y terminaba pasando un par de días fatal. Ahora, incluso en olas polares como la que tenemos, me mantengo fuerte.
Además, también me siento más cómoda con menos ropa. Llevo lo justo y me siento ligera, como si el frío no me afectara tanto, aunque el viento sople con fuerza.
Gracias a la regla de las 3 capas, evito…
- Cambios bruscos de temperatura al entrar en interiores: Antes llegaba a casa, entraba en calor de golpe y terminaba sudando, resfriándome después. Ahora, al quitar o poner una capa, el cambio es gradual y el cuerpo no sufre.
- Sensación de rigidez o cansancio por exceso de ropa: No estoy cargando kilos de abrigo que me agobian. Eso significa menos fatiga al caminar, menos dolor de hombros y más libertad de movimiento.
- Malestar en las manos, pies y cuello: Aunque el frío es intenso, como el resto del cuerpo está regulado, estas zonas no sufren tanto y puedo seguir haciendo cosas sin dolor o entumecimiento.
Mi esposo siempre me dice que esto es cuidarte para no resfriarte, y es verdad. Y eso hace que el invierno sea mucho más llevadero.
Crucial en la ola polar para los niños
Los niños sienten el frío muchísimo más rápido que los adultos porque su cuerpo no regula la temperatura como el de un adulto, y cualquier descuido hace que se enfríen mucho más rápido.
Por eso, aplicar la misma lógica que seguimos los adultos —adaptada a su tamaño y actividad— es fundamental.
Aquí algunos consejos prácticos que funcionan muy bien:
- Capas adaptadas a su tamaño: No hace falta cargarles con mil prendas ni abrigos enormes, lo importante es que cada capa cumpla su función: una que mantenga la piel seca, otra que conserve el calor y una exterior que proteja del viento y la humedad. Esto asegura que no se enfríen demasiado rápido.
- Movimiento constante: Los niños generan calor al jugar y moverse. Aprovecha esto dejando libertad para que corran, salten o jueguen mientras mantienen las capas puestas correctamente. El calor que generan ellos mismos ayuda a que no se congelen y disfruten más del paseo.
- Protección de extremidades: Manos, pies y cabeza son los que más sufren. Guantes, calcetines adecuados y gorros ajustados marcan la diferencia. No sirve cubrir solo el torso: si estas partes se enfrían, el cuerpo entero siente el impacto.
- Evitar exceso de ropa: Newnesskids, empresa experta en la venta de ropa infantil, nos explican que ponerles demasiadas prendas puede hacer que suden y luego pasen frío al enfriarse. La clave es encontrar el equilibrio y comprobar que no estén ni acalorados ni mojados por el sudor.
- Revisar y ajustar durante la actividad: Los niños no siempre notan que tienen frío. Es importante revisar periódicamente cómo se sienten, especialmente si el viento aumenta o la actividad cambia, y añadir o quitar capas según sea necesario.
- Mantenerlos cómodos y felices: Cuando ellos están bien abrigados y cómodos, los adultos también podemos relajarnos. Nada arruina más un paseo que un niño temblando y llorando. Con estas capas bien pensadas, se evitan esos momentos de estrés y todos disfrutan más del invierno.
Estos consejos hacen que incluso en una ola polar, los niños estén protegidos, seguros y con energía suficiente para seguir jugando o caminando sin problemas.
Mi experiencia ha sido increíble
Una de mis experiencias favoritas fue un paseo largo que hicimos mi esposo y yo por un parque casi desierto durante una ola polar. No hacía solo frío, pero el viento era cortante y la humedad del aire hacía que fuera incómodo. Yo, por suerte, iba protegida, cómoda y, sobre todo, podía caminar al mismo ritmo que él sin sentirme agotada ni congelada.
Esa sensación de libertad para moverte es algo que jamás había experimentado con abrigo tradicional. Puedes decidir si acelerar el paso, detenerte a mirar algo o sentarte en un banco sin que tu cuerpo sufra por el frío.
Ese es otro gran beneficio que antes ignoraba.
Cómo mejora la rutina diaria
En la ciudad, por ejemplo, he notado que me muevo más rápido y ligera. Antes iba más lenta porque me sentía pesada con ropa que parecía diseñada para expediciones polares. Ahora puedo subir escaleras, caminar más rápido o incluso salir de casa sin planear demasiado. Esto me hace ahorrar tiempo y me da más libertad para improvisar.
También he visto que gasto menos energía innecesaria. No tiritas, no te sobrecalientas, no sudas demasiado. Todo el día puedes mantenerte con una sensación de bienestar constante. Esto, a la larga, se nota en la resistencia física y en la sensación de cansancio al final del día.
Como ves, la regla de las tres capas es más que suficiente en una ola polar
Mi esposo se prepara así porque conoce su cuerpo, respeta el clima y ha aprendido que prepararte mal para el frío deriva en resfriados o gripes. Yo, que antes salía a improvisar, he aprendido a anticiparme, a mirar el pronóstico y a pensar “¿Qué necesito hoy?”… y, desde que lo hago, paso mucho menos frío. Entonces, imagínate lo bien que le va a venir a los críos.
Pero, por favor, no exageremos, esto es para días MUY fríos. Hay días en que con dos capas ya vas perfecta; otros, tres. La clave está en sentirte cómoda, no en ponerte todo lo que tienes. Esa lógica de sentido común aplicada a la vida diaria me ha cambiado la manera de ver el invierno: ya no es una época que temer, sino un momento que puedes disfrutar si te preparas bien.


