En los 80 se hizo popular el whisky con cola, con el cambio de siglo recuperamos el Gin Tonic, pero, sin duda, si hay una bebida emblemática de la noche, esa es el mojito cubano.
Tanto es así, que tú entras en un pub y ves una pizarra en la que está escrito: “Hacemos mojitos” y como si fuera un imán, vas a la barra para pedir que te preparen ese coctel. En ocasiones, no necesitas que esté anunciado en ningún sitio. Ves a otra persona bebiendo esa bebida con una pajita y ya sabes que allí te lo preparan.
El mojito ha dejado de ser una bebida exótica del Caribe para convertirse en un clásico de la noche española. Son muchos los chiringuitos de playa que atraen público a su barra porque allí preparan unos buenos mojitos cubanos.
Mi amigo Ignacio, me cuenta que uno de los mejores mojitos de Alicante se sirve en el Havana Barrio. Un pub situado en la parte del casco antiguo de la ciudad que se halla en la ladera de la montaña que lleva al castillo. La zona tradicional de marcha de Alicante. No es un pub latino. Es un local cosmopolita, conocido, entre otras cosas, por la calidad de sus mojitos. Tal vez, por esa razón, adoptó el nombre de “Havana”.
El caso es que debido a su fama, el Grupo Concerto, empresa propietaria de este local y de otros locales nocturnos en la ciudad, abrió una sucursal en la calle Castaños. Otra de las calles emblemáticas de la restauración alicantina.
La afición por beber mojito se extiende por lo ancho y largo del país. No hay barrio o pueblo donde no exista un local donde lo sirvan y lo preparen. Es curioso, porque para servir un buen mojito has de saber hacerlo, no es como poner un cubata tradicional. Estos son algunos datos curiosos de esta bebida cubana.
El origen del mojito.
En 1910 había un bar en la playa de la Concha de la Habana (Cuba), regentado por un español, en el que ya servían mojitos, tal y como los conocemos en la actualidad. Era un bar exclusivo al que asistía la aristocracia, los altos cargos del ejército y la burguesía criolla.
Fue el escritor Ernest Hemingway el que hizo famosos los mojitos en todo el mundo. Era un enamorado de la Habana y un cliente habitual de la Bodeguita del Medio. Un bar situado en el casco antiguo. Hemingway escribiría: “Mi mojito en la Bodeguita y mi daiquiri en la Floridita.”
Hemingway, además de ser escritor, vivía de ejercer como periodista. Como corresponsal para varios periódicos norteamericanos, lo que le hizo viajar por muchos países del mundo. Llegó a cubrir la guerra civil española. Su experiencia le sirvió de base para escribir su famosa novela “Por quién doblan las campanas.”
Todo el mundo sabía que además de escribir bien, Hemingway era un amante de la buena vida, un “disfrutón.” Le gustaba comer bien, beber mejor y pasárselo en grande. Por eso, sus opiniones eran tenidas en cuenta por mucha gente. Tal era su influencia, que internacionalizó los “Sanfermines” de Pamplona a partir de la publicación de su novela “Fiesta”. Hemingway fue un gran influencer durante la primera mitad del siglo XX, antes de que existiera este término.
La historia del mojito se remonta siglos atrás. Un artículo publicado en el periódico La Vanguardia adjudica la invención de la bebida al pirata inglés Sir Francis Drake, en el siglo XVII.
Durante una de sus expediciones por el Caribe, la tripulación del galeón de Sir Francis Drake se encontraba enferma de escorbuto. El barco atracó en Cuba y se hizo con una serie de provisiones para paliar la enfermedad: limas, azúcar de caña, hierba buena y tafia (un aguardiente elaborado a partir de la fermentación de la caña de azúcar, que fue el antepasado del ron).
Cada uno de estos ingredientes, de por sí, tenían cualidades para combatir algún síntoma. Sin embargo, al mezclarlos todos juntos, se creó una bebida que sirvió para curar a la tripulación del pirata. El origen del mojito, por lo visto, fue medicinal.
Entre los siglos XVII y XVIII, en el Caribe se empieza a destilar la tafia y a producir ron, gracias al empleo de alambiques de cobre. El combinado inventado por el pirata inglés se hace popular en la isla. En las casas cubanas se elabora como refresco para combatir el calor, ya que se le solía añadir una gran cantidad de hielo picado. Los cubanos lo llamaban “Draquecito”. En aquel momento, la tafia se sustituye por ron.
Esta bebida se utilizaba para acompañar las comidas, no como una copa o como un trago nocturno. Por la acidez de la lima, se solía servir junto a mojos, salsas que se emplean para condimentar patatas, carne o yuca. De ahí, que poco a poco, los cubanos fueran cambiándole el nombre y pasaran a llamarlo mojito.
¿Cómo se hace un mojito tradicional?
Uno de los encantos del mojito es que es una bebida individual. Se elabora en el mismo vaso en el que se va a tomar. Esto hace que por muy experto que sea el camarero, nunca le salen dos mojitos exactamente iguales.
La revista Bon Viveur nos presenta paso a paso cómo se hace un mojito cubano tradicional.
Lo primero que debes tener en cuenta es el vaso en el que lo vas a servir. Debe ser un vaso ancho y alto de cristal. Aquí empezamos echando dos cucharadas de azúcar de caña. A continuación le ponemos unas 10 hojas de hierbabuena, en su defecto podemos utilizar menta. Por último, introducimos en el vaso media lima, que hemos cortado antes en 4 trozos iguales.
Con la maza de un mortero empezamos a machacar los trozos de lima y a frotarlos con las hojas de hierbabuena. Debemos hacerlo con suavidad. Nuestro objetivo no es triturar la hierba, sino lograr que suelte sus aceites esenciales y que se maceren con el zumo de lima y el azúcar. Por tanto, no debemos obtener una pasta. El olor que desprende la mezcla nos indicará que este paso lo tenemos resuelto.
A continuación, llenamos el vaso con hielo picado. Vertemos unos 60 ml de ron blanco. Con una cucharilla, lo removemos todo. La idea es que el azúcar y los aceites de la hierbabuena se disuelvan en el alcohol.
Por último, rellenamos lo que queda del vaso con soda o agua con gas, y removemos por última vez. Si queremos, podemos añadirle un poco más de hielo picado, para servirlo más frío.
La popularidad del mojito ha hecho que se desarrollen diferentes variantes y variedades. Se dice que en la actualidad existen más de 100 formas distintas de hacer un mojito. En muchos lugares se sustituyen algunos ingredientes. Se emplea zumo de limón, en lugar de lima. Se usa albahaca, en vez de hierbabuena. En el mojito mexicano el ron se reemplaza por tequila. A pesar de ello, la mayoría de los consumidores siguen prefiriendo el mojito cubano tradicional.
¿Por qué nos gusta tanto el mojito?
Aparte de ese valor cultural que le atribuimos, de esas reminiscencias de Cuba, lo cierto es que el mojito es un combinado totalmente natural. Para elaborarlo se emplean ingredientes frescos, como la lima y las hojas de hierbabuena. Nos lo han preparado al momento. Todas las vitaminas y nutrientes de sus ingredientes están intactos. Es como si nos tomáramos un zumo de naranja recién exprimido.
Por otro lado, está el azúcar de caña. Es indudable que el azúcar crea atracción. Si a eso le unimos el aroma que desprende la menta o la hierbabuena, la combinación es realmente agradable.
Es una bebida muy refrescante. Al zumo de lima se le añade toda esa gran cantidad de hielo picado que lleva el coctel. Algo que lo hace ideal para las calurosas noches de verano. Es como si nos sentáramos en una terraza a tomar un granizado, solo que en este caso estamos tomando una bebida alcohólica. Algo que asociamos más con la fiesta y la interacción social con amigos.
Por último, debemos destacar que parece una bebida suave. El azúcar y la hierbabuena esconden la aspereza del ron. Es un coctel fácil de beber. Eso sí, no debemos confiarnos. Un mojito lleva el doble de alcohol que un cubata normal. Si tomamos varios mojitos seguidos durante la noche, podemos alcanzar rápidamente un estado de embriaguez.
Como hemos dicho, en muchos locales nocturnos de nuestro país se ofertan mojitos cubanos, pero no todos ellos son de calidad. Para ahorrar costes, en ocasiones, sustituyen la lima por zumo de limón o se suprime algún paso para ahorrar tiempo.
La coctelería cubana es todo un arte. Cada una de sus copas sigue un ritual de elaboración para obtener bebidas de calidad. Para hacer mojitos, como para hacer daiquiris o piña colada, debes dominar el proceso.
Por eso, si encuentras un local en el que te hacen un mojito de calidad, disfruta la experiencia. Tu paladar sabrá apreciarlo.