Nuestras defensas, el mejor tratamiento

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 Nuestro organismo esté perfectamente diseñado. Dispone de todo lo necesario para realizar las funciones vitales sin necesidad de añadidos extra que no sean el alimento. A nivel defensivo, nuestro cuerpo cuenta con un sistema inmune perfectamente capaz de combatir a cualquier enemigo que traspase las fronteras. Aunque no pensemos en ello y tengamos esa convicción tan arraigada de que hay que medicarse para sanar, lo cierto es que no es así. Si procuramos a nuestro organismo todo lo necesario, este responderá como es debido ante las posibles enfermedades. En la mayoría de los casos, los tratamientos farmacológicos son ayudantes directos de nuestro sistema inmune. Pero si el sistema inmune falla, por mucho medicamento que tomemos no tendremos los resultados esperados. Evidentemente esto tiene muchos matices aunque esta es la base.

No en vano, la ciencia médica ratifica que la medicina reguladora es esencial para mantener una salud óptima. Esto es un hecho que constatan incluso desde la industria farmacéutica donde sus principales representantes, es decir, las farmacias como Farmacia Ramón Ventura, entre muchas otras asesoran sobre este tipo de medicina y las alternativas que ofrece. Pese a lo que pueda parecer la medicina reguladora no es una terapia alternativa aunque la medicina holística, por ejemplo, la incluya entre sus terapias.

Para entender en que consiste debemos conocer en primera instancia el concepto en el cual se basa que no es otro que el equilibrio bioquímico del organismo. Es decir, la base de la medicina biorreguladora, no es otra que tener un sistema inmune y un organismo limpio que funcione con fluidez.

Esta ciencia médica fue creada por el Dr. Hans-Heinrich Reckeweg en el año mil novecientos treinta y seis en Alemania y se orienta a que el organismo enfermo sea capaz de recuperarse mediante sus propios mecanismos de defensa. En concreto se apoya en elementos de origen natural para aumentar las defensas del organismo. Dada la complejidad del cuerpo humano, su estabilidad depende de la interacción de los diferentes mecanismos que lo componen, ya que la mayor parte de los procesos vitales están controlados por los diferentes sistemas que forma en cuerpo: inmunológico, endocrino, nervioso, digestivo, etc.

Objetivos de la medicina reguladora

La medicina reguladora, pretende movilizar de manera fisiológica los mecanismos del cuerpo para favorecer la curación del mismo, en lugar de eliminar únicamente los síntomas y signos de la enfermedad. Este tipo de medicamentos, conocidos como biorreguladores, actúan de manera que fortalecen los diferentes sistemas del cuerpo, al tiempo que eliminan sustancias nocivas, mejorando el necesario drenaje de los órganos.

Siendo el drenaje y la detoxificación los primeros pasos esenciales para restablecer el equilibrio fisiológico interno y potencias los mecanismos curativos naturales. Al mismo tiempo, promueve los cambios inmunológicos que contribuyen a mejorar el tiempo de respuestas de las defensas que ayudan a combatir las enfermedades de manera más efectiva y rápida.

Una buena y correcta combinación de estos medicamentos ayudan a desintoxicar el cuerpo y potencias la respuesta del sistema inmunológico con la finalidad de mantener un óptimo funcionamiento de los órganos.

Tras recibir un tratamiento de medicina reguladora, el organismo se vuelve capaz de autorregularse. Algunos de los efectos más inmediatos son la recuperación de la energía, un aumento en la capacidad de concentración, se nota mejoría en la calidad del sueño y disminuye la irritabilidad. A continuación, los pacientes experimentan una disminución del dolor específico o de aquellos dolores que se han convertido en imperceptibles debido a la costumbre. Se notan mejoras en los procesos digestivos y disminuye la hinchazón entre otros aspectos.

Cabe señalar que la resolución de la enfermedad se realiza de manera más lenta que cuando se toman medicamentos farmacológicos tradicionales, aunque también depende de la evolución de la enfermedad. Cuando se trata de situaciones que llevan muchos meses e incluso años causando molestias en el paciente, la reversión del proceso de enfermedad toma un tiempo y puede ser proporcional al tiempo que llevan padeciéndose los síntomas.

A nivel terapéutico, todas las enfermedades pueden ser abordadas desde la medicina reguladora ya que contribuye a la desintoxicación de los tejidos, colabora estrechamente con el sistema inmune y restablece el funcionamiento celular. De tal manera que constituye una gran herramienta como tratamiento único o complementario, en el tratamiento de enfermedades agudas como infecciones, dolores o cefaleas así como en las crónicas, las alteraciones metabólicas, cardiovasculares o enfermedades degenerativas y oncológicas.

Los pacientes que más recurren a la medicina reguladora suelen ser aquellos que no logran resultados satisfactorios con los tratamientos farmacológicos convencionales o sencillamente, prefieren no recurrir a la química farmacológica.

Sabemos que la medicina tradicional, se sirve generalmente de elementos sintéticos que actúan de manera impositiva en las células de nuestro organismo. De forma generalizada, los medicamentos ejercen acciones en nuestro organismo tanto si lo quiere como si no. Su función no es la de regular ni equilibrar las alteraciones desde su raíz, tratan de eliminar los síntomas inhibiendo las acciones fisiológicas para poder atacar a las enfermedades. Razón por la cual, los fármacos tradicionales son medicamentos, lo que quiere decir que se contraponen directamente a una manifestación del organismo y lo hacen bloqueando un proceso sintomático. Esto no implica que contribuyan a resolver el problema real que origina los síntomas.

Por el contrario, los medicamentos reguladores, gracias a la composición con la que cuentan, no presentan efectos de dopaje, pues no tienen componentes incluidos en la lista WADA, por lo que resultan especialmente útiles para los deportistas. Son seguros para el organismo, bien tolerados y apenas producen efectos secundarios, siendo muy eficaces.

Beneficios y riesgos asociados a la medicina reguladora

Los tratamientos que propone la medicina reguladora son más beneficiosos que los que plantea la medicina tradicional. La ausencia de químicos sintetizados evita la aparición de prácticamente cualquier efecto secundario. Aunque los pacientes que deciden someterse a este tipo de tratamientos, han de ser conscientes de que los tratamientos de medicina reguladora son más largos que los tratamientos farmacológicos al uso. También deben comprender que los mecanismos de acción por los que actúan, difieren en la medida de que buscan la recuperación del orden del organismo en lugar de suprimir los síntomas.

Esto se traduce en una resolución real del problema que causa la enfermedad, pues se restaura el organismo de tal manera que se recupera la salud y se mantiene el organismo en perfectas condiciones. Mientras que con los medicamentos tradicionales, en numerosas ocasiones, el problema se enmascara haciendo que perdure más en el tiempo e, incluso, se agrave.

En cuanto a los riesgos, dado que la medicina reguladora tiene sus bases asentadas en los componentes naturales, la mayoría se encuentra en diluciones elevadas, contribuyendo a que el cuerpo lo tolere bien sin presentar posibles reacciones adversas o alérgicas. No interactúan con otros medicamentos ni presentan efectos secundarios, por lo que pueden tomarse en combinación con otros tratamientos.

Estas características hacen posible que los medicamentos biorreguladores, puedan utilizarse con extrema confianza por los pacientes. Para avalar esta realidad, existen diversos estudios clínicos realizados con rigor científico que avalan que los medicamentos de acción biorreguladora ofrecen una alta eficacia y excelente tolerancia.

Actualmente, son muchos los profesionales de la medicina tradicional que contemplan los múltiples beneficios de la medicina reguladora y plantean a sus pacientes, la combinación de tratamientos farmacológicos convencionales con terapias alternativas de medicina reguladora.

Una buena manera de combinar ambas disciplinas médicas, puede ser instaurar un tratamiento farmacológico que ayude a aliviar los síntomas y, de forma paralela, proponer un tratamiento de medicina reguladora que solucione el problema real. De esta manera, al no sufrir los síntomas con toda su intensidad, la sensación de mejoría ayuda al paciente a sanar desde dentro con un tratamiento de mayor duración y también efectividad. Para comprender mejor este ejemplo podríamos compararlo con la dieta y el ejercicio físico. Hacer una dieta estricta durante un periodo de tiempo corto y empezar a hacer ejercicio de forma regular, proporcionará resultados más rápidos. Es cierto que cabe el riesgo de sufrir un efecto yo-yo, por lo que es fundamental, aprovechar el tiempo para cambiar los hábitos y rutinas nocivos por una dieta saludable y unos hábitos que permitan mantener los resultados en el tiempo y, mejorarlos.

Con la medicina reguladora, ocurre lo mismo: si aprovechamos que los fármacos alivian el dolor para mejorar nuestro organismo de manera natural, una vez dejemos de tomar medicamentos, no será necesario recurrir a ellos nuevamente, pues el propio organismo se habrá regenerado y recuperado por su propia naturaleza.

En resumidas cuentas, el organismo, es un sistema dinámico complejo cuya estabilidad, depende de la interacción entre los distintos mecanismos que lo componen. Con estabilidad, entendemos salud y para que esta se mantenga, hay que mantenerse dentro de unos límites fisiológicos saludables. Por lo tanto, las intervenciones terapéuticas encaminadas a influir modulando o estimulando los sistemas de autorregulación naturales del organismo, son los que se incluyen dentro del concepto de medicina reguladora del que venimos hablando.

Son ejemplos de este tipo de terapias los medicamentos de acción reguladora en microdosis para estimular respuestas fisiológicas del organismo, los probióticos o compuestos de plantas medicinales y principios activos de origen natural.

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